De Huelva cruzando España y parte de Francia, a la Bretaña francesa.
(-4300km en 8 días moteando a tope-)
LA CRÓNICA:
Ya adelanto que este viaje lo he hecho con muchas dudas, exceso de confianza y corto de medios.
El viaje ha sido fantástico, a veces me ha puesto a prueba, y ha tenido una parte importante de sube y baja de emociones y alegrías, sólo pretendo compartirlo y que vengáis conmigo, ¿vamos?...
-Lunes 14 de septiembre, Huelva- Valladolid, 650km-Con equipaje escueto y muchas dudas por las circunstancias que me rodeaban, salí de casa
sobre las 8H.
Fui por la ruta de la plata, empezando por la sierra de Huelva. Paré a desayunar pasado Santa Olalla del Cala. (Me trajo recuerdo de las rutas veraniegas con mis compis del CTA).
Tuve que volver a parar en Plasencia a comprar unos tapones para los oídos.
Iba estrenado un precioso casco modular, que era tan ruidoso como bonito. La primera en la frente... No estrenes nada en un viaje, siempre un periodo de prueba es lo ideal...además, tuve que comprar un red en un chino, cuando la probé era de estas de coche para que no se salte el perro del maletero...volví a la tienda y la descambié...¡cachís!.
Sin prisas pero sin pausas, continué tras el almuerzo hasta llegar a Valladolid, que aun con los contratiempos pude llegar a buena hora.
Me sorprendió gratamente, ya que hay cantidad de aparcamientos de motos; y todo el mundo coincide en que puedes dejar tu moto por la noche sin peligro. Un buen sitio es en la Plaza Zorrilla, hay policía Local casi las 24h.
Como llegué a buena hora, me dió tiempo a turistear un poco, me gustó la ciudad.
-Martes 15 de septiembre, Valladolid- Mont de Marsan 560km-Tras el desayuno en un bar cercano al hotel, me puse en marcha.
El primer problema es que fui tan confiado al viaje en mis posibilidades y capacidad de improvisación, que ni siquiera me llevé un mapas de carretera de Francia. Y mi gps, -un Etrex legend hcx-, no tenía instalados unos mapas apropiados, con lo cual, salir de Pamplona y encontrar el itinerario deseado para Erro y Roncesvalles, me costó más de la cuenta y varias preguntas.
Paré a turistear en St Jean Pied de port, que por cierto, es precioso. Visita obligada.
Esto unido a tener atravesar todo el cordón montañoso, me llevó más de lo que pensaba. Estaba repleto de curvas muy cerradas.
En un momento determinado, como sólo llevaba a modo de anotación tras la pantalla de la teneré unas cuantas notas con las carreteras a seguir en una hojilla metida en un bolsa minigrip, en un pueblo del cual no quiero acordarme, creo que era Orthez, me llevó un buen rato salir. Llegándose a convertir en una pesadilla, por más vueltas que daba siempre salía al mismo sitio...
En un repostaje, al preguntar al gasolinero, me dió un mapa de carreteras, pero era de toda Francia.
Al final, llegué a Mont de Marsan más tarde de lo que pensaba.
Paradita en medio del camino:
Al segundo intento, encontré un hotel semicéntrico en el que tenían parking para la moto a precio correcto.
-Miercoles 16 de septiembre, Mont de Marsan-La Rochelle, 400 y pico de km.Tras el desayuno buffet, cortito, di un rulo por el centro, bonito, pero no es como para echar tiempo allí.
Me puse rumbo a Burdeos ya con la lección aprendida. Mediante el wifi del hotel, -condición imprescindible para elegir hotel, y así poder contactar con la familia-, usé el gps del móvil y me hice una especie de “roadbook” con las indicaciones. Las anoté en medio folio, lo metí en la citada bolsita minigrip; la cual, iba pegada con fixo por detrás de la pantalla.
Et voilá.
Porque no imaginaba lo que seria cruzar el anillo periférico de Burdeos plagado de cruces y de camiones.
Vi un cartel que ponía, “Risque de bouchon”, y pensé, ¡eh!...al momento de vinieron varias bofetadas de ráfagas de viento que casi me tiran. Eso unido a estar adelantando camiones en un anillo periférico de tres carriles con lluvia, me hicieron pasarlo francamente mal.
Afortunadamente mi súper roadbook casero me guió perfectamente, ¡sentí un gran subidón!, y encima, bye bye camiones.
Mi destino era llegar cerca de Lorient, pero visto lo visto, bajé a la realidad y decidí relajarme. Llegué a la conclusión que mi viaje planificado desde el pc con la vía michelín, iba a distar mucho de la realidad.
Así que ,circulé pegado a la costa evitando los frecuentes peajes, y disfrutando del paisaje.
En un momento determinado decidí visitar “L´ile d´oleron”. -Es lo bueno de ir sólo, que haces lo que quieres-.
Prácticamente, en diez minuto empezó a llover fuerte y me pilló sin los pantalones de agua, me tuve que meter bajos unos árboles y sacarlos de la bolsa y ponérmelos. El cielo estaba muy negro, y empecé a escuchar mis primeros rayos...en ese momento pensé, “qué demonios pintaba yo allí pudiendo haber recorrido las costa del mediterráneo o simplemente haberme quedado en casa e ir a la playa”...
Pasaron don sras mayores en un Peugeot, y me miraron allí agazapado como diciendo, pobre chaval..
En el mapa se ve una carretera sobre el agua. Cuando llegué era un puente de varios kilómetros sobre un mar bravío con señales de prohibición de circular con bicicletas. El viento era mucho más fuerte que el que había soportado cruzando Burdeos, podía ver como los coches me dejaban una distancia tremenda. El mar absolutamente marrón y con olas. La moto y yo íbamos bastante inclinados, y encima empieza a chispear de nuevo...
Al llegar, empecé a buscar el extremo de la isla, y me adentré hacia el puerto. Allí hay unas especies de embarcaderos traseros que dan a las casitas de los marineros. En uno de esos caminos, me metí y daba a una agrupación de casetas de chapa y de madera de colores vistosos. Estaban frecuentadas de guiris paseando, y al final estaba las más colorida; en la que en lugar de ostras, se vendían souvenirs de lata hechos a mano. Era realmente bonita y tenían mucho encanto el lugar.
Cruzar el puente otro suplicio, aunque ya con la confianza de haberlo superado una vez.
Seguí hasta buscar el pueblo de Oleron y llegué hasta la playa. En estas playas está prohibido el baño, por las fuertes corrientes y por estar llenas de rocas hasta la misma orilla.
En el aparcamiento me encontré a un chaval muy majo que me indicó como seguir sin tener que desandar lo andado.
Continué mi camino hasta llegar a La Rochelle.
Llegué también oscureciendo y con un tiempo muy malo de aire y lluvia.
Al segundo intento encontré un hotelito medioqué. Dejé la moto en el aparcamiento, me duché, me puse la parte de arriba del chubasquero y me fui a dar un paseo.
En el hotel no tenían plano de la ciudad, y el gps pasé de cogerlo, menos mal que me dió por coger una tarjetita del hotel que venía con la dirección...
Por el camino entré en una frutería y mientras comía unas manzanas por el camino al centro, iba pensando, que había ido superando todos los obstáculos, sin mapa de carreteras, sin gps adecuado, con un francés de EGB, ¡esto es pan comido!.
La Rochelle es preciosa, iba entusiasmado, así qué, me puse a andar como si no hubiera un mañana. Llegué al puerto, anduve por el centro, la catedral, etc.
Cené una ensalada de un subway en un soportal.
Comenzó a llover, eran cerca de las 22h y empezaba a no quedar ni un alma en la calle. Y cuando me quise dar cuenta me puse a andar y la tarjetito sólo tenía un miniplano que no se veía nada...
Me había perdido...¡¡¡¡GRFTJX...GRMBLFJ!!!!. Con lo bien que me habría venido ahora mi etrex legend...
Estaba casi a las afueras de la ciudad, parecía la salida, y mirase para donde mirase la calle se perdía en la oscuridad.
Después de andar un rato veo a una pareja, me acerco corriendo y la mujer da un grito, el hombre le dice algo bajito y echan a corretear...
Empecé a pensar:
“Venga Isi piensa algo joder, ¿de qué te vale ver el programa EL ÚLITMO SUPERVIVIENTE?. Eso, sí, ¡esa era la clave!; ¿qué haría el colega Bear Grylls?...¡leches!, eso no me vale... el sacaría su dedo, vería de donde viene el aire, se colocaría bien, y detectaría los aromas exactos de la pizzería que estaba justo delante del hotel...¡maldita sea!, yo no soy él...y la maldita lluvia hace aparición.
Me centré y mediante un par de paradas de autobuses, que tienen un mapa muy simple, aunque me costó lo suyo, en una servilleta del subway pude ver el rumbo que yo llevaba; hacerme un plano de la ciudad con varios puntos, y por último, determinar mi nuevo rumbo hasta que logré dar con el hotel.
Ahora me río, pero después de más de 1,500km que llevaba, unas horas andando y lloviendo, en aquel momento las pasé medio-medio y por supuesto maldije por mi exceso de confianza y haber dejado el gps en el hotel.
-Jueves 17 de septiembre, La Rochelle-Saint Brieuc, 580 km.A la mañana siguiente ya con la lección aprendida, salgo esté como esté el tiempo con los pantalones de agua.
Paré a desayunar en un sitio muy particular.
Decidí ir por la costa y pasar por St- Nazaire y atrevesar su famoso puente. La única pareja de españoles que encontré en todo en viaje, me lo recomendaron por su impresionante construcción. Me dijeron que era chungo por el aire e inclinación. Era tipo montaña rusa empezaba a subir y sólo veías el horizonte.
Es realmente impactante cruzarlo en moto.
Seguí costeando, paré a comer donde me pilló bien hasta llegar a Quiberon. Que es una especie de colmillo que entra en el agua. Es muy bonito, tiene una costa salvaje a la derecha y al final a la izquierda un impresionante paseo marítimo lleno de vida.
Viendo las horas que me pasaba encima de la moto y como iban sucediéndose los acontecimientos, decidí pasar de Quimper y Brest. Por tanto puse rumbo directo al norte.
Llegué a Saint Brieuc, y paré en el centro en un Kebbab. Como tenían wifi, me comuniqué con la familia mientras cenaba. Un chaval de allí me indicó un hotel que estaba detrás. Resultó ser mucho mejor que el anterior y más barato.
Por la noche después de la ducha, la rutina de siempre, hacer “roadbook casero” de la ruta del día siguiente y buscar info de los posibles hoteles.
-Viernes 18 de septiembre, Saint Brieuc-Nantes, (Comienzo a regresar) 400 y pico de km.Me puse en marcha pronto, lo primero fue ir a ver la moto, que durmió en un garaje en frente del dueño del hotel, pero que cerraba la puerta sin candado. -Menos mal que yo siempre llevo en este tipo de rutas una par de ellos-.
Me puse a turistear por St.Brieuc; es una ciudad realmente bonita, parece de cuento. Construcciones con mucha piedra y madera, me encantó. En el centro de la ciudad está le vallée du gouedic
Paseando probé un crepe en un puestecillo que lo hacía sobre la marcha, ¡estaba realmente bueno!.
Me tomé un café au lait en una cafetería céntrica y tras ver la catedral y comprar mi almuerzo me puse rumbo a Erquy, Cap Frehel, Cancale, Saint Briac-sur-mer, Dinard...etc, hasta llegar a Le mont Saint Michel.
Fui todo el tiempo pegado a la costa. Era realmente impresionante todo lo que estaba viendo.
Almorcé cuando me apeteció, al borde un puente con una vista magnífica.
Finalmente llegué al punto de retorno, Le Mont St Michel. Es impactante, tienes que dejar tu vehículo en un parking y esperar colas para tomar el autobús o darte una buena caminata.
Delante del mismo Le Mont St M. justo en un puesto de souvenirs, aproveché para tensar la cadena y lubricar el embrague.
Después de un rato inicié mi camino
Paré en el primer hotel que encontré en un pueblo llamado Beauvoir, me conecté al wifi y con café au lait en mano, me volví a hacer un “roadbook casero” con rumbo sur lo más directo posible, como siempre, evitando peajes.
Tras ciertas dudas y mi primer repostaje sólo con la tarjeta, puse la directa, “on the road again”.
El tiempo se puso bastante feo. Allí lo normal es que llueva 2 o 3 por día, pero acaba saliendo el sol. En esta caso el cielo estaba cerrado y eso me incomodó.
Si creía que lo peor era rodear el anillo de Burdeos y el puente de L´ile d´oleron, llegó el anillo de Rennes, lloviendo más fuerte y con un tráfico en el que los coches estaban parados en la carretera. Me tuve que meter varias veces debajo de algún que otro puente que la cruzaba para librarme de la que estaba cayendo.
Noté y agradecí, como la mayoría de los coches, al verme avanzar entre ellos se apartaban un poco para facilitarme el camino.
Continué todo lo que pude dirección Burdeos. Pero ya anocheciendo, sin visión de mi roadbook, y tras haber rodeado el anillo de Nantes, y sin saber que me iba a encontrar, decidí entrar en la última entrada de Nantes. Se me vino a la mente mi padre, que fue quien me ayudó a tomar la decisión.
Casi por arte de magia, apareció ante mí nada más meterme en Nantes, en el primer cambio de sentido, un cartel, “Beaujoire-Hotel”. En esos momentos no estaba para tugurios. Resultó ser un magnífico hotel a muy buen precio y con parking
¡Me sentía pletórico!.
A la mañana siguiente, tras un buen descanso recuperaría camino.
FOTOS-FOTOS
-Sábado 19 de septiembre, Nantes-Dax, 500 y pico de km.La noche anterior, como todas, con el wifi había planicado mi enésimo “roadbook casero”.
Me encontraba lleno de energías. Por primera vez en el viaje, decidí hacer ejercicio a primera hora y ver que tal me encontraba, resultó que estaba bien pese a llevar más de una semana sin practicar.
Salí del hotel y no encontraba la ansiada “porte des Sorinieries”, (creo que se escribe así), que es la que me llevaría a Burdeos tomando una de sus salidas.
Debido a unas obras en la carretera me tuve que meter en la ciudad, pero al final encontré mi camino, -sin peajes, por supuesto-.
Una vez repostado y desayunado en la misma gasolinera, “On the road again” lleno de energía.
A buena hora estaba ya en Burdeos, y tras el único peaje de Bayonne, llegué a Dax sin saber que me encontraría. Mi motivación de quedarme aquí era que al día siguiente me permitiría llegar al centro de España y no repetir en Mont de Marsan, a fin de conocer sitios nuevos.
Pues bien, resultó ser una ciudad muy bonita y tranquila, con un casco histórico muy ameno.
Al llegar me encontré unas pantallas informativas táctiles, en las que puedes solicitar información del tiempo, sitios que visitar, hoteles, etc.
Vi un hotel, que un tendero que tenía un puesto al lado, me dijo que estaba justo detrás y que estaba bien.
Fui a verlo, y me dió no se...me fui pero a los dos minutos regresé. Ya que era temprano, era céntrico, y me permitiría darme una ducha y turistear; y la verdad, ¡lo necesitaba!. Cuando regresé, me ofertaron el mismo precio pero no me cobraban los 5€ del parking de la moto, y acepté.
Guardé la moto y cuando entré era un apartahotel, noté que había mucha gente mayor y que no había jabón...me piré rápido, compré el jabón y...¡la ostia!, una vez allí instalado, me doy cuenta que era una residencia hotel para personas mayores...¡la madre que...! jajajajaja.
Ducha rápida y cervezón que me deprimooooo.
Además me habían dado una habitación en el sótano junto a la lavandería, jajajaja
Bueno ya en pleno centro me acomodé en un bareto guay y me pedí una birrita.
De repente miro en frente, había una placita y veo unos chorros de agua, me fijo y sale humo; resulta que eran aguas termales. ¡Leches!, de ahí tanta excursión de mayores, y por eso mi hotel se llamaba “Thermotel”...
Paseé bastante por allí y cené algo por la calle.
Al llegar a mi súper-hotel, la otra cara de la moneda, como los abueletes no se conectaban al wifi, aquello iba que volaba, ¡digo yo! jajajaja.
-Domingo 20 de septiembre, Dax-Valladolid, otros 500 y pico de km.A primera hora voy por la moto, engraso la cadena y me dispongo a mirar el nivel de aceite. Arranco la moto, y a los dos minutos sale un abuelo “prendez laba” blablabla...blablablá...
Total ,termino y en marcha de nuevo.
A tope de energías y dispuesto a llegar a Valladolid.
No paré hasta llegar al bonito pueblo de St Jean Pied de port, allí desayuné y compré algún que otro recuerdo.
Cruzando las montañas me pasaban contínuamente RR de tíos enchufados. ¡Van como locos!, y eso que las curvas son súper cerradas; además, de repente te encuentras al típico grupo guiris haciendo el camino de Santiago en bici.
Pasado Roncesvalles paré a repostar y por fín oí hablar español con fluidez. Era un motero que había dejado atrás a sus compis, que llegaron al rato y al ver mi matrícula empezaron a preguntarme.
Finalmente llegué a Valladolid a buena hora, y me quedé en un buen hotel.
Ducha rápida y a turistear. Incluso me dió tiempo de pasar por una cafetería que tenía unas pantallas gigantes, y pude saborear un cervezón, ¡¡viendo como nuestras selección se coronaba campeona de Europa!!.
-Lunes 21 de septiembre, Valladolid-Huelva, otros 600 y pico de km.Han sido 8 días magníficos, en los que he visto demasiado como para asimilarlo de golpe, en los que también me he conocido a mi mismo.
Cada día era como el tiempo, emocionalmente tenía varios sube y baja, pero supe aprender y resolver poco a poco a base de fallos.
Cosas simples como la bolsita que colocaba con fixo tras la pantalla con las indicaciones, te pueden facilitar mucho un viaje.
Comentar para los que les gusta saber datos de fiabilidad, mantenimiento, etc, que en estos 4300km, sólo he engrasado la cadena tres veces, tensada una vez,-precisamente frente a Le Mont St Michel, y lubricado una vez el cable del embrague . Además tuve que reponerle unos 400ml de aceite al motor cuando llevaba hechos unos 3700km.
Hasta la próxima.
