El fin de semana ha sido todo un lujo.
El viernes por la tarde pillé la moto y tiré por carretera hasta Coín, que era donde comenzaba la ruta.
Pillé carreteras secundarias con curvitas y sierra hasta llegar al alojamiento.
El día estaba de lujo, pero por la tarde llegaron algunas nubes y dos o tres buenos chaparrones.
Las vistas desde la habitación eran espectaculares.
El sábado por la mañana, desayuno y tiro para el punto de salida.
El campo estaba estupendo. Mojadito de tanta lluvia pero sin haber barro. Tan sólo un par de tramos muy pequeños y algún que otro charco.
Muchos arroyos y el monte escurriendo agua.
Hasta que llegamos al paso del río verde.
Otros años no llevaba agua, si acaso un dedo, pero este año, iba cargadito de agua y con una corriente fortísima.
Como en la salida nos entretuvimos cambiando una batería que estaba dando la lata, Chema y un par de motos continuaron ruta sabiendo que poco después los íbamos a pillar.
Pues los pillamos justo en el cruce del río verde, y resulta que uno de los valientes se atrevió a cruzarlo con la moto, y entre el verdín y la corriente, pues pasó lo que podía pasar, que el río se llevó moto y piloto.
Menos mal que la moto se quedó enganchada en los matorrales, que si no, tenemos que ir a rescatarla a la playa por lo menos.
Aún así, la amarramos con una buena eslinga y conseguimos sacarla del agua e incluso arrancarla gracias a los pedazo de mecánicos que llevabamos entre nosotros.
Recuperada la moto y arrancada, nos dimos la vuelta y buscamos una alternativa para continuar con la ruta.
A la altura se San Pedro de Alcántara nos incorporamos de nuevo al track y ya no lo soltamos hasta el final.
El campo estaba tremendo de bueno.
Al final de la ruta, en el camping de Tarifa, fiesta por todo lo alto con una barbacoa de película.
Felicitar a las cocineras por la ensaladilla que prepararon, que estaba pa chuparse los dedos, y a Cris y al otro colega, que tienen un arte especial a la hora de hacer la carne.
Después de la comida yo ya estaba tan reventado que me fui a la cama y me perdí las copitas y el cachondeo.
El domingo por la mañana, a recoger los tiestos y de vuelta a casa por carretera.
La KTM 690, una gran moto, que aunque algunos la llamen enduro, con sus 150 kilos de peso, te permite hacer el campo que quieras y la carretera con o sin curvas que elijas y disfrutar del trail en su pura esencia.
Lo dicho, un fin de semana espectacular.
Gracias a Chema y a todos los que habéis organizado esta ruta que nunca defrauda.